Érase una vez una semilla de olivo que viajó miles de kilómetros
empujada por el viento. Atravesó mares, sobrevoló montañas y
ríos... hasta que un día, el viento paró. La semilla cayó en el
suelo húmedo y fértil de un bonito Valle. Allí nació el primer
olivo. De este olivo nacieron sus primeros frutos: las aceitunas.
Los viejos libros cuentan que pronto el hombre aprendió a extraer aceite de las aceitunas que recolectaba cada año. Pero además también aprendió a usar el aceite para encender sus lámparas, para cuidar la piel... pero sobre todo, sobre todo... para usarlo como alimento.
Los viejos libros cuentan que pronto el hombre aprendió a extraer aceite de las aceitunas que recolectaba cada año. Pero además también aprendió a usar el aceite para encender sus lámparas, para cuidar la piel... pero sobre todo, sobre todo... para usarlo como alimento.
Como les gustaba además comer siempre con su aceite de oliva allá
donde fueran, lo transportaban en unas grandes vasijas de barro
llamadas ánforas.
Y ¿Qué creéis que se hace luego? Pues limpiarlas. Se separan
las hojas, los tallos... se mira que no tengan polvo... y a veces se
les da un lavadito con agua. A continuación pasamos a la molienda,
que consiste en aplastar las aceitunas con unos molinos para poder
sacarles el aceite.
De esta forma se consigue una pasta de aceituna. Pero todavía no
hemos separado el aceite. Para separar el aceite centrifugamos la
pasta. Que no es otra cosa que meterlo todo en una máquina que,
igual que una lavadora, da vueltas a toda velocidad y conseguimos
separar el aceite, que pesa menos, del resto de la pasta que es
mucho más pesado.
Y amigos... ¡ya tenemos el aceite! Como veis el aceite de oliva
virgen que se obtiene mediante este proceso es auténtico zumo de
aceituna. Lo metemos en botellas... y directo hasta vuestras casas,
ensaladas, frituras y muuuuucho más.
En España, el aceite es todo un símbolo. Es uno de los elementos
más importantes de nuestra dieta mediterránea. Lo utilizamos para
desayunar, comer y cenar... claro es que está riquiiiiisimo. Hay
mucha gente que se lo come con un trocito de pan.
Pero lo curioso de esta historia... es que en España como hay
días de mucho viento... la semilla viajó por toooodo el territorio.
Y hoy en día si os fijáis al viajar... os daréis cuenta de que hay
olivos por todas partes.
Hay variedades para todos los gustos: picual, hojiblanca,
arbequina y muchos más...
Está rico de cualquier forma... en las ensaladas, con un chorrito
en los bocadillos, frito con carne, pescado, pollo... ummmmmm,,, ¡me
está entrando hambre a mi también!
Así que ya sabéis niños... si queréis comer sano y crecer
fuertes, no olvidéis usar siempre aceite de oliva porque, además,
está para chuparse los dedos.
Y fueron felices... y comieron...
Con aceite de oliva